Es entre cacharros y estufas donde he de encontrar lo que soy
domingo, 7 de abril de 2013
La importancia de ser Chef y la perspectiva culinaria de época
El Chef en San Francisco CA
Hace
poco tuve una discusión con un buen amigo por un texto que pubiqué en
Facebook. Todo quedó en eso, sólo en discusión... Hay muchas críticas respecto a
los cocineros formales llamados Chefs, críticas externadas por personas
que muchas veces no saben lo complejo que puede ser trabajar de doce a
quince horas diarias, en ambientes de temperatura superior a los 40 oC y
bajo una responsabilidad tan grande que muchos no entienden del todo...
No es que seamos rudos, cerrados, obsesivos y agresivos; la realidad es
que al tener en manos de nosotros la gran responsabilidad de lograr
satisfacción y placer en un comensal no es cualquier cosa.
Se trata de quedar en una posición correcta y responsable en cada día de trabajo.
A mi me parece incorrecto que cualquiera de nosotros al planear una
gran velada o cena con una persona importante, todo quede arruinado por
el bajo desempeño de un chef a cargo de los platillos o alimentos que
piensas disfrutar esa noche. Por eso nos tomamos nuestro trabajo tan en
serio.
No es ser cerrado ni mucho menos cuadrado ante ideas que
pueden modificar nuestra operación, sino que las cocinas se rigen por
un trabajo único que caracteriza al lugar en el cual trabajamos.
Es fácil producir platos en tiempos prolongados pero no cualquiera
realiza 30 cortes finos de carne, en diferentes temperaturas, con
distintos acompañantes mientras el Chef continúa cantando comandas para
seguir elaborando el servicio del restaurante en horas pico.
La
crítica es muy sencilla, es muy fácil realizar comentarios negativos
sujetos al humor y temperamento que pueda tener uno como comensal, pero
nadie piensa en todo el trasfondo que existe dentro de una operación
formal de cocina.
No es lo mismo asistir a uno de esos nuevos
restaurantes “de moda” en la que el Chef se encuentra relajado,
presionando y dirigiendo de manera incluso abusiva a un grupo de alumnos
estudiantes que con muchas limitantes, generan un ambiente torpe y
disfuncional por carecer de un entrenamiento real de funciones de cocina
profesional y lograr ser cocineros de una línea de trabajo al estilo
francés.
Las brigadas de cocineros hoy en día prevalecen pero
se encuentran en lugares específicos dentro de restaurantes que se
preocupan por la fortaleza de la gastronomía más que el simple objetivo
de negocio que solo busca la fama y dinero para desaparecer o cambiar de
nombre y corriente en poco tiempo.
Las podemos denominar “las
cocinas Underground” llenas de gente sucia por trabajo, cansada pero
emocionada, con cualidades de trabajo excepcionales reflejadas en cada
platillo servido con esmero, definitivamente lejos de mucha tecnología
pero apegados a las reglas de preparación de los alimentos y el respeto
por las raíces gastronómicas que forman sus propuestas de menú y
sugerencias diarias que terminan marcando una sonrisa en los rostros de
los comensales.
¿Y cuál es la contra-cara de estas cocinas underground? Las cocinas tecno-pop que se ven hoy más que nunca.
Grandes proyecciones de mercadotecnia solventadas por los miles de
pesos invertidos originarios de cientos y cientos de colegiaturas
pagadas por nuevos aspirantes mal orientados y sepultados en una
ideología de grandeza de primer mundo.
Así como hace cuatro
décadas nos alimentábamos de vegetales naturales sin pesticidas y libres
de hormonas, también se trabajaba en lugares estructurados de cocina
donde existía un potager, garde manger, poissoner, saucier, sous chef,
chef de nuit, grillardine, en pocas palabras, la estructura de brigada
que permitía cocinar de manera completa y profesional.
Hoy en
día a esos vegetales sanos y libres de manipulación se les llama
orgánicos y a esas cocinas “de la vieja escuela” las he denominado
“Underground”.
Así mismo la gente busca lo Orgánico e inconscientemente busca la gastronomía auténtica.
La línea de trabajo representa la fortaleza de los cocineros, la
precisión inigualable del trabajo bajo presión sumado a la demanda de
platillos por popularidad y gusto.
Somos cocineros forjados a
mano, entrenados en miles de funciones que alguna vez fueron errores
corregidos por grandes maestros, no es aceptable cometer errores en
procesos básicos y fundamentales que pueden poner en riesgo nuestro
trabajo y posición.
Hemos llegado al punto de quiebre, a la
saturación, a la sobre población de personas vestidas en trajes blancos
con diez botones; pero esto es como la piratería, copias de las copias
de las copias.
Yo quiero ser un viejo interesante, no un joven famoso.
El currículum que respalda estos comentarios es extenso, la formación
que he tenido ha sido transmitida por profesionales de la gastronomía y
trece años han transcurrido en puestos, reglamentos, horarios extensos,
responsabilidades, desde mi primer paso más básico de saber lavar un
plato hasta realizar estandarizaciones de cadenas hoteleras y aperturas
de negocios trans nacionales, por eso me atrevo a escribir a favor de la
cocina auténtica y real.
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