Creo en los métodos de cocción.
Creo en las reacciones químicas.
Creo en la evolución gastronómica.
Creo en la pureza de los ingredientes.
Respeto los temporales y busco la cocina de mercado.
Mi santo es el agricultor.
Mi templo es la cocina.
Mi infierno son los medios de difusión que promueven la falsa gastronomía.
Entonces, ya sé cual es mi religión.
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